Un lenguaje de programación es el último recurso que utiliza el programador, ya que es la herramienta que nos permite transformar un algoritmo en un programa. Joyanes (1992), lo define como el “conjunto de reglas, símbolos y palabras especiales que permiten construir un programa” (p. 48). Dichos lenguajes, como ocurre con el lenguaje humano, poseen una estructura (gramática o sintaxis) y un significado (semántica). De igual forma, como en el lenguaje humano (con el español, inglés, alemán, italiano…), se han desarrollado gran cantidad de lenguajes de programación (Assembler, Cobol, Fortran, Basic, Pascal, Logo, Pilot, C, Java…).
El más primitivo de ellos es el lenguaje Assembler o lenguaje ensamblador. En él, refiere Joyanes (1992), se utilizaban símbolos reconocibles llamados nemotécnicos para representar las instrucciones. Su semejanza al lenguaje de máquina (también llamado código máquina), donde las instrucciones se asignaban bajo una secuencia de unos y ceros (sistema binario) comprendidos por la máquina como impulsos eléctricos positivos y negativos (por demás muy complejos, largos, complicados y difíciles de escribir), lo convierte en un tipo de lenguaje de programación llamado por los especialistas de bajo nivel.
El tiempo y los avances, requirieron de lenguajes más fáciles de manejar y con mayores semejanzas al lenguaje natural, surgiendo los lenguajes de alto nivel. Explica Joyanes (1992), que “los lenguajes de alto nivel utilizan instrucciones muy potentes (normalmente entendibles en idioma inglés) […] independientes de la máquina sobre la que operan” (p. 58). Esta característica marcó una gran diferencia que dio origen a los que hoy conocemos como lenguajes de programación.
Referencias:
- Joyanes, L.
(1992). Metodología de la Programación.
México: McGraw Hill.
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